La búsqueda de la felicidad constituye el
elemento esencial del quehacer humano. En todo el mundo, las personas
aspiran a vivir una vida feliz y plena, libre de temores y necesidades y
en armonía con la naturaleza.
Sin embargo, el bienestar material básico
sigue siendo difícil de alcanzar para demasiadas personas que viven en
la pobreza extrema. Muchas más están expuestas a la amenaza constante
que suponen las crisis socioeconómicas recurrentes, la violencia y la
delincuencia, la degradación del medio ambiente y los peligros cada vez
mayores que plantea el cambio climático.
En la Conferencia de las Naciones Unidas
sobre el Desarrollo Sostenible (Río+20) celebrada el año pasado, los
Estados Miembros de las Naciones Unidas convinieron en la necesidad de
adoptar un enfoque equilibrado del desarrollo sostenible mediante la
integración de sus tres pilares —el crecimiento económico, el desarrollo
social y la protección del medio ambiente. Reconocieron que para
sustentar mejor las decisiones de políticas era necesario adoptar
métodos más amplios de medir los avances que complementaran el producto
interno bruto.
Me siento alentado por los esfuerzos que
despliegan algunos gobiernos para formular políticas basadas en
indicadores amplios del bienestar, y animo a otros gobiernos a que sigan
su ejemplo.
En este primer Día Internacional de la
Felicidad, fortalezcamos nuestro compromiso con el desarrollo humano
inclusivo y sostenible y reafirmemos nuestra promesa de ayudar a los
demás. Obrar por el bien común también nos enriquece. La compasión
fomenta la felicidad y nos ayudará a construir el futuro que queremos.
Fuente: Naciones Unidas
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